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El pueblo Indígena Yuracaré (página 2)




Enviado por comalternativa



Partes: 1, 2, 3

Esta marginalidad se tornará, palpable,
cuando se hacen revisiones sucintas de los datos del
Índice de Desarrollo
Humano, de éstos conglomerados,
comprobándose que la equidad no existe en
relación a otros grupos
sociales, la desigualdad económica,
política, cultural, comunicacional es un común
denominador, y más aún cuando se considera a
países, como Bolivia,
donde su porcentaje de indígenas supera el 50% de su
población nacional, y a conservado en su territorio a
35 Pueblos Indígenas y Originarios
(PIO’s).

La discriminación y exclusión,
propias de esa mentalidad colonialista heredada ha sido
justificada por una clase y cultura dominante,
fundamentalmente por el origen étnico- racial,
habiéndose incluido implícitamente en la
escuela
formal, "los caray son más inteligentes, porque son
más estudiados que nosotros…"2. Esta
orientación se manifiesta de igual manera en el acceso
a los servicios
básicos, generando y alargando la
inequidad.

Particularmente Bolivia, en los últimos
años ha pretendido romper esta distancia entre quienes
detentan el poder
político y un pequeño grupo
privilegiado, habiendo reconocido como política de
Estado
"(…) su calidad de
país pluricultural y multiétnico, modificando
su Constitución Política del Estado en 1994, en
la que se incluyen, justamente, ambas categorías en su
primer artículo, dejando entrever la
predisposición de realizar cambios estructurales al
respecto" (Cardoso 2002:11). Según el Viceministerio
de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios, el
país "… se encuentra ante el reto de generar un
desarrollo
social, económico, cultural y sostenible de los
Pueblos Indígenas y Originarios (PIO’s) que
habitan y conviven en su territorio (…), pertenecientes a
35 diferentes representaciones, residentes en sus 9
departamentos" (VAIPO 2000: 45).

Esta predisposición se halla manifiesta, con
la aprobación de muchos artículos en diversas
leyes,
decretos supremos y/o ministeriales que consideran
sustancialmente a las poblaciones indígenas
nacionales. La Ley de
Participación Popular, por ejemplo, reconoce la
personalidad jurídica de las organizaciones naturales3, pudiendo
ejercer el control
social de 314 Gobiernos municipales que integran el
territorio nacional.

Por otra parte, la Ley del Medio
Ambiente -aprobada en 1992-, "(…) creará los
mecanismos y procedimientos necesarios para garantizar la
participación de comunidades tradicionales y pueblos
indígenas en los procesos
del desarrollo
sostenible y uso racional de los recursos
naturales renovables, considerando sus particularidades
sociales, económicas y culturales, en el medio donde
desenvuelven sus actividades" además, de "(…) La
declaratoria de Áreas Protegidas… [compatibles] con
la existencia de comunidades tradicionales y pueblos
indígenas, considerando los objetivos
de la conservación y sus planes de manejo. (Ley de
Medio Ambiente: 1992).

Asimismo, "(…) la Secretaria Nacional de Asuntos
Étnicos de Género
y Generacionales y la Confederación de Pueblos
Indígenas de Bolivia (CIDOB) firmaron el Convenio de
coordinación interinstitucional (18 de
abril de 1994), conformándose el Consejo Consultivo de
los Pueblos Indígenas, compuesto por un representante
de cada grupo étnico, y cuya labor está
enmarcada en participar, conocer y velar por los derechos
sobre cualquier plan de
acción, proyecto o
programa a
realizarse en sus territorios" (MACPIO 2001: 203).

La Ley Forestal, por su parte registra las "(…)
ocupaciones de hecho las áreas de asentamiento
tradicionalmente ocupadas por los pueblos indígenas,
así como, las tierras sobre las que hayan tenido
inveterado acceso para el desarrollo
de su cultura y subsistencia", no requiriendo "(…)
autorización previa el derecho al uso tradicional y
doméstico, con fines de subsistencia, de los recursos
forestales por parte de las poblaciones rurales en las
áreas que ocupan, así como de los pueblos
indígenas dentro de sus tierras forestales
comunitarias de origen". (Ley Forestal: 1996).

" Se garantiza a los pueblos indígenas la
exclusividad en el aprovechamiento forestal en las tierras
comunitarias de origen debidamente reconocidas de acuerdo al
artículo 171º de la Constitución
Política del Estado y a la Ley Nº 1257 que
ratifica el Convenio Nº 169 de la
Organización Internacional del Trabajo
(…)4

La Declaración Universal, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del
Convenio (Nº 169)5 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), sobre pueblos indígenas y tribales en
países independientes, de junio de 1989, se constituye
en "…el instrumento jurídico internacional
más actualizado sobre el tema" (OIT: 2001) y
ratificado por países como Noruega, México, Bolivia, Perú, Colombia,
Costa Rica,
Paraguay,
Honduras, Dinamarca y Guatemala.

La OIT define a estos pueblos bajo dos
categorías: i) "A los pueblos tribales en
países independientes, cuyas condiciones sociales,
culturales y económicas les distinguen de otros
sectores de la colectividad nacional, y que estén
regidos, total o parcialmente por sus propias costumbres o
tradiciones o por una legislación especial". ii) A los
pueblos en países independientes, considerados
indígenas por el hecho de descender de poblaciones que
habitaban en el país o en una región
geográfica a la que pertenece el país en la
época de la conquista, colonización o del
establecimiento de las actuales fronteras estatales y que,
cualquiera que sea su situación jurídica,
conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas
culturales y políticas, o parte de ellas.
Considerando que la conciencia
de su identidad
indígena o tribal deberá considerarse un
criterio fundamental para determinar los grupos a los que se
aplican las disposiciones del presente Convenio"
(2001).

A su vez, La "Ley del Instituto Nacional de Reforma
Agraria (INRA) aprobada en 1996, reconoce el derecho de
los Pueblos Indígenas a las Tierras Comunitarias de
Origen (TCO’s) y establece los procedimientos para su
dotación", (CIDOB: 1999) aunque se trata de un
proceso
que implica niveles de concertación y saneamiento con
quienes se han establecido en los sitios, sin ser
indígenas, denominados como "terceros", aspecto que ha
provocado la protesta de las organizaciones de los
indígenas

"A su vez, la Ley de Unidades Productivas
Administrativas (UPA’s) promulgada el año 2001,
favorece a la total consolidación de las Tierras
Comunitarias de Origen (TCO’s), cuya titulación
ya ha sido otorgada por el Estado
boliviano a varios pueblos Indígenas del país"
(Cardoso: 14).

La Ley de Reforma Educativa, publicada en 1994, ha
incorporado la
educación bilingüe, en los primeros
años de primaria. Este aspecto ha sido, por el
momento, ejecutado sobre todo en los pueblos cuya densidad
poblacional es mayor, en desmedro de aquellos con
población menor, básicamente por los costos de
producción e impresión de textos, y
tratándose de muchos pueblos ágrafos.
Además, se reconoce el derecho de participar en la
planificación y ejecución de la
currícula regionalizada6.

En resumen: Bolivia, en los últimos
años, ha reconocido los derechos de los Pueblos
Indígenas, bajo presión de los propios actores o con el
fin de cumplir convenios internacionales7 y la
propia voluntad de la sociedad boliviana, aunque es
importante mencionar que todavía es un proceso en
ciernes. Se están cumpliendo, lentamente, con planes,
programas y
proyectos
establecidos, aunque como en el caso de la otorgación
de los Títulos de las TCO’s, existe un marcado
retraso, básicamente por tratarse de un reordenamiento
y saneamiento territorial nacional que implican procesos de
concertación con otros actores asentados en
determinados lugares, la falta de voluntad política, o
la carencia de recursos que puedan acelerar éstos
procesos. Aunque la importancia radica, ciertamente, en la
presencia y participación social, cada vez más
marcada de los Indígenas en los procesos
políticos nacionales, en la demanda de
sus derechos, las propuestas ante la sociedad
civil, y la cualificación de sus jóvenes
incluso en entidades académicas, que dista mucho de un
pasado inmediato desequilibrado.

  • Fundamentación y marco de
    análisis
  • Antecedentes y
    conceptos clave
  • Bolivia, hoy día, se halla ante una realidad que
    arrastra la desigualdad, discriminación y
    dominación, como factores de una supuesta superioridad de
    una minoría sobre una mayoría. El origen –de
    esa mayoría- se remonta de los distintos pueblos
    originarios e indígenas, además de un mestizaje
    altamente palpable. Estos últimos segmentos han
    protagonizado diversos movimientos sociales con mayor fuerza en el
    bienio reciente en procura de una justa reivindicación y
    justicia
    social, tal como aconteciera en junio del 2002, con el movimiento de
    los Pueblos Indígenas para reformar de la
    Constitución Política del Estado, y el pedido de la
    instauración de una Asamblea Constituyente.

    Y conceptos como raza y etnicidad cobran vigencia y
    responden a distintos significados, vistos por los actores
    socioculturales nacionales, y son motivo de debate
    público. Estos términos necesariamente "…han
    variado en las distintas épocas, así como en los
    diversos contextos sociales, culturales y políticos en que
    se desarrollan" (Wade 1997).

    Y aspectos relacionados a la raza y etnicidad
    contendrán, entonces, un importante e interesante contexto
    para el análisis e interpretación nacionales
    convirtiéndose en una reafirmación de una
    interrogante expresada por el estudioso de la cultura andina como
    Iván Degregori, quién manifestó, en
    referencia a su país Perú, pero en analogía
    con Bolivia:

    "Pocos países (…) tienen una escena
    primordial tan precisa y tan confusa. Desnuda y velada al mismo
    tiempo. Minuciosamente descrita por cronistas y, tal vez por
    eso mismo envuelta en mitos y
    malentendidos que se acumulan a través de generaciones.
    Por eso la necesidad de regresar una y otra vez a ese principio
    para tratar de explicar los problemas
    actuales. Por eso la sensación del país
    inacabado, a medio hacer, de nación en construcción, promesa y posibilidad"
    (Degregori).

    Estos conceptos tuvieron un mayor crecimiento desde el
    Siglo XVI al XVIII básicamente por la presencia dominante
    de Europa.
    Posteriormente como producto de la denominada Ilustración, en el Siglo XIX se aspira
    explicar el desarrollo histórico análogamente a las
    leyes biológicas; justificándose de esta manera la
    superioridad de una raza superior y otras inferiores. "El
    darwinismo social redujo el futuro y la historia de la humanidad
    a una simple confrontación: civilización y
    barbarie. Todo lo que estaba fuera de los "civilizadísimos
    europeos" era bárbaro y salvaje, y les hacían un
    bien a los pueblos bárbaros al explotarlos porque de esa
    manera, les enseñaban los beneficios de la
    civilización" (Vacaflor 1998: 11).

    Posteriormente, fueron adoptados por quienes, bajo el
    influjo del Liberalismo
    Inglés,
    consolidaron la independencia
    de las Repúblicas en Latinoamérica, tal el caso de
    Bolivia. Sus nuevas clases dominantes, continuaron los
    manifestaron con expresiones como:

    Pongámonos de pie para enviar nuestro
    último adiós a los últimos
    mojeños8. Ya no los volveremos a ver
    jamás a estos gallardos hijos del proceloso
    Mamoré (…) con su bondad a toda prueba, de su don
    imitativo y de su incontenible alegría, por delante el
    franco y amistoso mojo hospitalario, al centro el noble
    Cayubaba, digno de mil veces de vivir, pero también
    ¡ay! Incapaz de resistir y persistir" (Moreno
    1973:85)

    Desde luego que fueron muchos los procesos y movimientos
    sociales por los que se tuvo que atravesar en el país; en
    los albores del siglo XX, una guerra civil
    mostró una vez más la presencia de los
    indígenas en el contexto nacional, el levantamiento aymara
    encabezado por el Zarate Willka, reaviva el peso del argumento
    racial vigente, como mecanismo de dominación y
    exclusión social.

    En contraposición el concepto de
    etnicidad, clasificación actual y sin carga de valor, hace
    referencia a la cultura, la misma que proviene del sentencia
    griega ethnos cuyo significado es nación o pueblo,
    habiendo sobresalido como substitución a la desacreditada
    palabra raza, en tanto que ésta última tiene una
    relación al fenotipo humano.

    Aunque ambas categorías se establecerán de
    acuerdo a las circunstancias, "elaboración y
    manipulación" queda claro que "(…) el concepto de
    etnicidad tiene directa relación con la identidad; ambos
    gozan de una gran movilidad en función de
    los contextos de uso, de las percepciones y de las atribuciones
    valóricas. No obstante, detrás de esta aparente
    inestabilidad conceptual la etnicidad tiene la capacidad de
    reflejar los cambios culturales y la movilidad geográfica
    de las personas en el mundo moderno" (Wade 1997)

    Preconceptos y/o prejuicios en torno a la raza y
    etnicidad, podrán ser asumidos como racismo,
    expresándose en la discriminación y la
    segregación. Estos se manifestarán en diversas
    acciones desde
    la diferencia en currículas escolares como parte de la
    política de Estado, la fijación de estereotipos a
    través de los mass media, el régimen de propiedad y
    acceso a bienes y
    servicios, el acercamiento a la información, tecnologías y
    vías camineras, etc.

    II. Panorama
    etnohistórico: el Pueblo Indígena
    Yuracaré

    Yuracaré, según la
    historia, voy a hablar de la historia, significa hombre
    blanco y cara blanca ¿no?, dicen que es derivado de la
    palabra quéchua, porque era muy fornido, blanco,
    el hombre
    Yuracaré. Dice la historia que el Yuracaré era
    temible porque eran fornidos… eso significa Yuracaré.
    (Teobaldo Noe)

    1. Según los datos establecidos en el Archivo de la
      Comisaría Franciscana de Tarata, cuyas copias se
      hallan en la Biblioteca
      Etnológica de la Universidad Católica Boliviana, en la
      ciudad de Cochabamba, muestran que el Pueblo Indígena
      Yuracaré, "desarrollaba una economía itinerante", Francisco la
      Cueva describe:

      Los indios Yuracarés habitan en los
      últimos cerros de la cordillera oriental de los Andes
      que corre detrás de la provincia de Cochabamba,
      confinando al este con los Sirionós y la provincia de
      Santa Cruz, por el oeste con los indios Mosetén y
      Manequi, por el norte con la provincia de Mojos y por el sud
      con la de Cochabamba. Siendo los principales ríos el
      Ichilo, el Sichove, el Mamoré, el Chimoré, el
      Chapare, el Isiboro, el Ichoa, el Suésano y otros,
      exepto [sic] el último todos desembocan en el
      Mamoré" (Archivo de la Comisaría Franciscana de
      Tarata Nº 120 1918:442).

      Desde luego esta afirmación coincide con
      aquella manifestada por el Cacique Yuracaré Teobaldo
      Noé (transcrita al iniciar el presente trabajo),
      puesto que los primeros datos de exploraciones civiles como
      de Mateo Haenke (1978: 104) y D’Orbigny (1940: 487),
      como fuente etnográficas coinciden con estas
      apreciaciones, es decir los Yuracarés "(…)
      tenían sus territorio central en las últimas
      estribaciones orientales de los Andes de la región de
      Cochabamba y el Beni, hasta la zona de la provincia Carrasco,
      una franja transversal de pie de monte que empieza en las
      nacientes del río Sécure y acaba en las
      nacientes del río Ichilo; estamos hablando de toda la
      cordillera Mosetén, de sus últimas
      estribaciones y del monte que le sigue [vecino al actual
      Departamento de La Paz]". (Paz 1991:34-35)

      "Después de esta zona de pie de monte viene
      la llanura que alcanza parte de los ríos Isiboro
      Sécure, algo del Chapare e Ichilo, pues con la
      confluencia de éstos últimos y del río
      Grande ya empieza el Mamoré; toda esta región
      de llanura era zona de influencia del grupo Yuracaré".
      (1991: 35).

      "En relación a la cordillera, las zonas de
      influencia de los Yuracarés llegaba hasta las
      montañas de Mizque, Paracti y Totolima, lugares a los
      que también accedían parcialidades del mundo
      andino" (Saignes 1985: 55).

      En cuanto a las hidronimias y tiponimias, respecto a
      los lugares se pueden encontrar los siguientes
      datos:

      CUADRO 1: Nombre de Localidades actuales en
      Idioma Indígena Yuracaré

      Nombre Actual año
      2001

      Idioma Indígena de Tierras Bajas o
      Amazonía

      Traducción al
      Español

      Provincia del Departamento
      Cochabamba

      Eteramazama

      Yuracaré

      Río con mucho ambaibo

      Chapare

      Ivirgarzama

      Yuracaré

      Río espumoso

      Carrasco

      Shinahota

      Yuracaré

      Donde había muchas
      hormigas

      Tiraque

      Samüsibëttë

      Yuracaré

      Tapera del tigre

      Chapare

      Chimoré

      Yuracaré

      Donde había puro
      Almendrillo

      Carrasco

      Sëjjsëshsama

      Yuracaré

      Agua Verde

      Carrasco

      Fuente: (CONIYURA 2001: 7)

      En la actualidad los asentamientos de los
      Yuracaré y el Pueblo Indígena Yuqui, (ver mapa
      adjunto) se encuentran en el Trópico del Departamento
      de Cochabamba, "(…) conocido como Chapare, está
      ubicado al norte de la ciudad de Cochabamba, comprendiendo
      parte de las provincias Chapare, Carrasco, Tiraque y Ayopaya,
      haciendo una superficie total aproximada de 39.563 Km²,
      el 58% de la superficie de este departamento. Limita con
      Santa cruz y el Beni cuya frontera no está definida a
      la fecha" (VIMDESALT 1999: 47).

      "La alta precipitación que tiene hace que los
      índices de humedad sean elevados, con precipitaciones
      pluviales máximas de hasta 7.000 milímetros y
      2739 m.m. como mínima; las temperaturas oscilan entre
      los 39° C en verano hasta los 5° C en invierno
      (debido a las corrientes de aire
      frío del norte argentino). Los suelos, en su
      generalidad son pobres, en los que es posible encontrar una
      amplia diversidad biológica" (1999: 53).

      "La división política se configura en:
      Municipio de Villa Tunari, Tercera sección de la
      provincia Chapare; Municipio de Chimoré, Cuarta
      sección de la Provincia Carrasco; municipio de Puerto
      Villarroel, Quinta sección de la Provincia Carrasco;
      Subalcaldías de Entre ríos, Municipio de Pojo,
      Segunda sección de la Provincia Carrasco;
      Subalcaldía de Shinahota, Municipio de Tiraque,
      primera Sección de la Provincia Tiraque".
      (Ibíd.: 53-54).

      Los Pueblos Indígenas, políticamente
      pertenecen a las provincias Chapare y Carrasco (municipios de
      Puerto Villarroel, Chimoré y Villa Tunari),
      pertenecientes a las etnias Yuracaré, Yuquí y
      Trinitario; Pueblos que se encuentran organizados en Consejos
      Indígenas y a su vez conforman la Coordinadora de
      Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba
      (CPITCO).

      La dispersión de las comunidades es el
      común denominador, las cuales enfrentan fuertes
      presiones por parte de los colonos por tierra
      cultivable y acceso a recursos naturales.

      La zona indígena está comprendida por:
      (i) Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro
      Sécure (TIPNIS), (ii) TCO Yuracaré y (iii) TCO
      Yuquí.

    2. Marco geográfico
    3. Tierra incógnita

    Si bien la arqueología en Sudamérica ha
    cobrado fuerza en los últimos tres decenios, su labor no
    ha sido, todavía, lo suficientemente sólida en
    vastos sectores geográficos, el descubrimiento de la
    agricultura,
    la ganaderia
    pastoril, o la presencia de tecnologías son demostraciones
    de un trabajo en ciernes, paradójicamente en un
    área geográfica que tiene mucho que decir y
    demostrar en el futuro.

    Las sabanas inundadas estacionalmente de los llanos de
    Mojos, en el noreste de Bolivia sobre la amazonía, -por
    ejemplo, y las evidencias que se han cartografiado permitiendo la
    identificación de terraplenes, canales, diques, lomas, y
    variedades de tipos de campos elevados con una antigüedad no
    cuantificada, así como extensiones que superan la
    imaginación de la posibilidad de poblaciones menores,
    además de vínculos interculturales entre tierras
    bajas y altas, demuestran la gran labor hacia
    adelante.

    Sitios donde la posibilidad de articulación con
    el Pueblo Yuracaré persiste básicamente por la
    navegación a través de río Mamoré y
    un vínculo estrecho, hoy en día en disputa entre
    los Departamentos de Cochabamba y el Beni, el Parque Isiboro
    Sécure.

    Ya específicamente en cuanto al Pueblo
    Yuracaré, se pueden encontrar cierta información
    mediante crónicas españolas, básicamente en
    cuanto a la presencia del Tawantinsuyo o Imperio de los Incas, cuya
    representación estaba marcada en uno de los 4 suyos el
    Collasuyo -parte del actual territorio boliviano-, sin embargo,
    el Trópico se convierte en una de sus fronteras hacia su
    mayor expansión, momento en el cual se produce la
    conquista.

    "Se han descubierto varios caminos de piedra que se
    introducen desde la ceja de la montaña hasta el pie de
    monte, por los cuales transitaban los habitantes del incario en
    pos de productos
    tropicales usados para propósitos alimenticios, rituales y
    ornamentales" (CIDRE 1989:19-21). Además, parece que la
    hoja de coca ha constituido un elemento de incursión
    incaica en "(…) los Yungas de Tiraque y Totora"
    (Rodríguez 1997: 12). Han revelado las investigaciones
    de los últimos años.

    "Posteriormente, los españoles que arribaron a
    Cochabamba hacia 1570, repitieron exactamente esta tendencia"
    (1997: 12). Aparentemente el miedo había imposibilitado la
    incursión hacia ese territorio, fundándose el
    criterio de tratarse de una "tierra incógnita" (…) es
    decir un territorio de nadie; mejor de moradores feroces, de
    "naciones infieles", de plantas y
    animales
    amenazantes" (Idem: 12).

    "Contrariamente a lo que ocurrió en otras
    partes de América, especialmente en zonas templadas
    y frías, el hábitat tradicional Yuracaré
    que pertenecía a la zona amazónica del continente
    americano no fue objeto de saqueo por dos razones: primera, en
    su territorio no existieron los productos apetecidos por los
    europeos –quina y caucho-; segunda, en la selva donde
    habitaban no existían vías de fácil acceso
    y se la consideraba como una de las más indomables del
    oriente boliviano" (Paz: 42).

    Con el propósito de establecer una
    economía local, según la información
    rescatada, reiniciaron los cultivos de coca, bajo el sistema de la
    encomienda, aunque no existen datos sobre el repartimiento,
    entendido como la "(…) distribución de tierras de propiedad; y el
    "repartimiento de indios" como la distribución de los
    indios por vez primera después de conquistada la tierra,
    mientras que la encomienda es la cesión de los indios a un
    sucesor del primero a quien habían sido asignados"
    (Baptista: 2000).

    Ya en el año 1754 incursiones jesuitas intentaron
    por poco tiempo incursionar en tierra Yuracaré, "… pero
    no tuvo mayor trascendencia. (Kelm 1983). "A partir de fines del
    siglo XVIII los franciscanos, tratando de compensar el trabajo de
    los jesuitas, se hicieron cargo de las misiones y encararon la
    tarea de reducir a los Yuracarés. Durante medio siglo los
    intentos fueron perseverantes, pero el grupo se oponía a
    vivir bajo el estilo de vida de reducción" (Paz
    43).

    Muchos autores, que estudian el fenómeno de las
    reducciones y misiones, coinciden en señalar las
    diferentes formas de resistencia de lo
    pueblos indígenas, ya sea pasiva o activa, la primera
    corresponde al apoderamiento de la personalidad
    física y
    cultural del individuo, un rompimiento de su hábitat,
    manifestándose en una simulada obediencia. En el segundo
    caso se trataba de expresiones de violencia,
    principalmente grupales.

    Esta expresión se manifestará en 1680,
    bajo una violenta revuelta que obstruyó por un tiempo la
    expansión de más misiones, consolidándose
    las de Chimoré y el Mamoré. Esto podrá
    explicarse por el proceso de rompimiento de su forma de vida
    nómada hacia su sedentarismo, relevando el abandono de las
    misiones, problema al que se tuvo que enfrentarse
    permanentemente, "… a veces ni siquiera toleraban vivir juntas
    las familias de un asentamiento" (Idem 43).

    "Las misiones hasta este periodo se ubicaron
    centralmente en la ruta de las haciendas. Los misioneros entraban
    por la región de Arepucho y salían a los
    ríos San Mateo y Espíritu Santo, en cuyos lugares
    se encontraban las reducciones; otras veces en Chimoré,
    Coni y Chapare." (Idem 44).

    "Desde 1765 en adelante, varios factores confluyeron
    para otorgar un nuevo destino a esta zona que se encuadraba
    entonces en el eje de los actuales Puerto Villarroel,
    Chimoré y Villa Tunari, pivotes de la producción cocalera boliviana desde hace
    una década [1987]." (Rodríguez: 13).

    • "Uno de los factores aludidos puede reputarse
      enteramente fortuito a la dinámica de la actual región
      tropical cochabambina, pues nacerá derivado de la
      necesidad de encontrar un camino rápido para
      transportar, por su intermedio, tropas hasta el territorio de
      Moxos, invadido por fueras portuguesas. (…) Además,
      por otro lado, existía el atractivo de contar con
      alimentos
      como harina de trigo, maíz o
      papas que la bien provista despensa de la agricultura de
      Cochabamba podría ofertar a las Misiones
      Jesuíticas de Moxos" (1997: 14)
    • Otro factor se enmarca en las posesiones
      estratégicas entre españolas y portuguesas
      tropezaron con una serie de dificultades, básicamente
      por el obstáculo para el avance hacia el sur para
      Portugal. "En 1750, en virtud del célebre Tratado de
      Límites de Madrid, (…), se
      estableció que Portugal devolviera a España
      la provincia de Sacramento a cambio del
      territorio cercano al río Paraguay, donde había
      reducciones con más de 30.000 indios. Los jesuitas se
      negaron a abandonar las reducciones iniciándose la
      guerra guaraní entre las tropas hispano-portuguesas y
      los indios, capitaneados por algunos jesuitas. La guerra no
      finalizó hasta 1756. Tras ella, las reducciones no
      volverían a recuperarse" (Cortes 1997). Una vez que
      fuera popularizada la idea que la instigación viniera de
      los jesuitas, éstos fueron expulsados en
      1767.
    • Finalmente, un tercer factor como decisivo (anotado
      por Rodríguez) se refiere a la ascensión de
      Carlos III y la España de la
      Ilustración, momento en el cual "el reformismo
      social carolino, que en España produjo algunos frutos,
      hubiera podido tener ancho campo de acción en las
      Indias, donde había tantas situaciones de injusticia y
      desigualdad; pero la misma amplitud de la tarea dificultaba su
      realización". (Domínguez: 1990) Túpac
      Amaru y Túpac Katari se habían sublevado en el
      Bajo y Alto Perú respectivamente, "por su parte el
      equipo de gobierno
      llevó a cabo una serie de reformas que provocaron un
      amplio descontento social. La aristocracia se vio afectada por
      la renovada Junta del Catastro, dirigida a estudiar la
      implantación de una contribución universal, o por
      la ruptura de su prepotencia en el Consejo de Castilla. Por su
      parte, el clero recibió continuos ataques a su
      inmunidad" (1990). Se "… privilegiaba, [además] en el
      comercio y
      la agricultura como únicas fuentes de
      riqueza, se empeñaron, entre otras medidas, en dinamizar
      la explotación de los recursos
      humanos y naturales y en reorganizar el especio
      físico y administrativo de los territorios que
      tenía ahora a su cargo". (Rodríguez
      1997).

    En esta etapa de la historia de los Yuracaré y de
    Cochabamba, sobresale el nombre de Francisco de Viedma y
    Narváez (1737-1809), marino español, explorador de
    la costa patagónica argentina,
    ejerció el cargo de Gobernador – Intendente de la
    Provincia de Santa Cruz de la Sierra, (hoy en día el
    departamento más grande de los 9 del territorio boliviano,
    y que abarcaba, en ese entonces, incluso lo que hoy es el
    departamento de Cochabamba), bajo esa tuición y dadas las
    características geográficas de vinculación,
    se intenta intensificar la economía cochabambina, el
    objetivo la
    producción de cacao, algodón y coca.

    "A fines del siglo XVII, la consolidación de un
    núcleo español precisamente en Santa Cruz y la
    incursión misional en Moxos y Chiquitos presuntamente
    obligaron a los Yuracarés, perseguidos por los cazadores
    de esclavos para ser vendidos a los hacendados cruceños o,
    en su caso, hostigados para otros grupos étnicos quienes,
    comisionados por los frailes jesuitas, hacían frecuentes
    correrías para capturarlos y llevarlos hasta lejanas
    misiones, a huir hacia lo más espeso del bosque
    húmedo. Refugio seguro, tras la
    cortina de la "entrada imposible" que detuvo a los
    españoles, quienes (…) lo consiguieron recién en
    1768, cuando las Montañas Yuracarés se abren
    bruscamente a la influencia misional/hacendal)"
    (Rodríguez: 23-24).

    En ese contexto se vuelven a instaurar las misiones y
    evangelizar a los Yuracarés.

    "Con el patrocinio del cura de Tarata, Ángel
    Moscoso y su hermano, en julio de 1775, los sacerdotes
    recoletos Fray Marcos de San José Meléndez y Fray
    Tomás de Anaya, la organizaron bajo el denominativo de
    "Asunción" situándola a veinte y ocho leguas de
    Cochabamba (140 kilómetros) entre los ríos San
    Mateo y Paracti".

    "La Asunción habría llegado a tener su
    mejor época, unos 400 indígenas. Un censo
    realizado en 1799 encontró en todo caso 221 "bautizados"
    y 77 "catecúmenos", lo que hacía un total de 298
    personas. Asunción poseía "extensas" plantaciones
    de plátanos, coca, yuca y cacao (unos mil árboles en plena producción en
    año de 1804). En ella, lo indígenas
    Yuracarés concurrían a una escuela de primeras
    letras, a clases de catecismo cristiano y uso de la música
    en solfa". (Rodríguez: 17)

    Sin embargo, los planes de Viedma fracasan
    básicamente por mantener el monopolio del
    cultivo de la hoja de coca en los Yungas de La Paz, y la
    prohibición por parte de los Oidores de la Audiencia de
    Charcas, en cuanto a la exploración en el camino entre
    Moxos y Cochabamba, básicamente por el tráfico
    mercantil que se infundía y que podía perderse
    justamente desde esa zona, hoy Chuquisaca.

    Asimismo, se buscó la diversificación de
    cultivos, introduciéndose el cacao y el algodón, no
    obstante, la producción de coca, comenzó desde ese
    entonces a cobrar mayor relieve, en
    aquel tiempo, surge otro nombre Tadeo Haenke, español que
    visitó por encargo de Viedma la región
    Yuracaré, éste el traslado de los indígenas
    hacia el río Chimoré, quién al referirse a
    la hoja de coca, en 1796, dirá: "No hay esperanza de
    adelantar este ramo de industria ni
    aún medianamente en los montes de Yuracarés"
    (Haenke 1975: 150) paradójicamente 200 años
    más tarde se convertirá en el sitio de mayor
    producción cocalera, que confluía en la
    elaboración de sulfato y clorhidrato de
    cocaína.

    "La experiencia misional, que con altibajos se
    prolongaría en su primera fase por cerca de cincuenta
    años (1775-1825), constituyó un primer contacto
    sistemático y prolongad entre segmentos de la sociedad
    colonial y los indígenas Yuracarés. Conocidos,
    conjuntamente, en los primeros momentos de la colonización
    española del oriente boliviano al finalizar el siglo XVI,
    con otros grupos étnicos del bosque tropical con el nombre
    genérico de "chunchus" [9], los
    Yuracarés resultaban poco visibles para los funcionarios
    españoles fueran civiles, militares o religiosos"
    (Rodríguez: 23-24).

    Serán los Franciscanos que entran a jugar un
    papel
    más predominante en el territorio Yuracaré, quienes
    organizaron misiones "…en torno al aprendizaje
    escolar y a relatos bíblicos regulados por rígidos
    discursos
    cargados de fuerza y amenaza, contradictorios con la religiosidad
    mítica indígena" (Idem 25).

    3. La resistencia Yuracaré

    Las prácticas misionales, reducciones, haciendas,
    han significado para los Yuracarés un cambio repentino en
    su condición de pueblo nómada, el agrupamiento por
    clanes rivales, la radical transformación en sus
    hábitos alimenticios en cuanto a la recolección,
    caza y pesca, la
    dependencia de los donativos fiscales para su manutención,
    la incomunicación obligada entre grupos –que influye
    radicalmente en su memoria oral-, ahondaron en la resistencia
    pasiva de este pueblo indígena.

    Vale la pena considerar, en este acápite que el
    Pueblo Yuracaré ha incluido en su hábito
    alimenticio el denominado tembé (Bactris gasipaes Kunth),
    o chima en la zona de los Yungas paceños, se constituye en
    un fruto de alto valor nutritivo "Es una palmera nativa
    del bosque tropical húmedo americano, que crece entre los
    paralelos 16o N y 17o S y posee un alto potencial
    económico (Mora-Urpí 1995)". "Existen varias
    hipótesis sobre el origen y
    domesticación de esta planta, una sugiere que el origen de
    la planta tuvo lugar en la región ubicada a ambos lados de
    la cordillera de los Andes y sur de Centro América, y que
    la domesticación ocurrió independientemente en
    varias localidades a lo largo de este territorio a partir de
    diferentes poblaciones silvestres (Mora-Urpí 1991). La
    otra hipótesis sugiere
    que el (…) fue domesticado una sola vez en algún lugar
    del Alto Amazonas (Clement 1995)".

    De igual manera se caracteriza la chonta (Astrocarium
    Chonta), perteneciente a la familia de
    las palmeras. "Crece en los parajes húmedos (…), la
    madera es
    elástica y dura como el hierro, fina y
    muy negra. Los indígenas la emplean en arcos de flechas"
    (Peña 1976: 86).

    Es así que los "(…) conversores trataron
    además de imponer una producción agrícola de
    tipo intensivo que tenía el defecto de obligar a la
    inmovilidad a los Yuracarés. Confinados así a los
    estrechos límites de la circunscripción misional,
    los indígenas se hallaron imposibilitados de recolectar de
    febrero a junio el tembé y cuya época de
    maduración [para fabricar la chicha] era considerada
    sagrada y propicia por consiguiente para fiestas y borracheras
    rituales" (Rodríguez: 25).

    "Al prohibirse o disminuir la frecuencia e importancia
    de la caza, en beneficio de la agricultura, todo el sistema de
    estructuración social Yuracaré resultó
    seriamente amenazado".

    Sus costumbres habían sido completamente rotas,
    entonces los Yuracarés como forma de rechazo a la
    opresión, se manifestaron con una simulada obediencia,
    siempre mal y a desgano, o su asistencia anual a diversos ritos
    propios de su cultura, esas actitudes
    tuvieron repercusiones negativas a posteriori, habiéndose
    calificado a los Yuracarés como "flojos y haraganes, por
    el mismo Viedma".

    Bajo esta fuerte resistencia las misiones franciscanas,
    establecidas en el Siglo XIX, entraron en una etapa
    crítica, habiéndose llegado a proponer que las
    misiones de Buena Vista, San Carlos o Porongo, de la zona
    chiquitana en Santa Cruz de la Sierra, puedan hacer una
    incursión y repartir a los Yuracarés, a la fuerza,
    hacia sus territorios, "… ocupando después sus terrenos
    (…) tantas gentes pobres como hay por acá afuera" (Soto
    y De la Cueva 1805).

    Si bien aquello no aconteció, para marzo de 1805,
    tras el saqueo y quema de la Misión de
    San Francisco, por parte de los Yuracarés, finaliza la
    etapa misional. Los indígenas huyen hacia los bosques,
    dejando la Reducción de la Asunta, la Misión de San
    José de la Vista Alegre (Chimoré), y la de San
    Francisco de Mamoré (Yrusti) prácticamente en el
    abandono.

    Las ideas liberales inglesas, la independencia de los
    Estados Unidos
    y Haití, influían también sobe la
    América hispana, se había iniciado las luchas
    independentistas; conflictos que
    influyeron sobre los últimos reductos misionales
    franciscanos que habían sido reconstituidos luego de 1085.
    En 1821, "…los indios Yuracarés de las misiones de San
    José del Chimoré y San Francisco del Mamoré
    huyeron a los bosques" (1805).

    Cuatro años después nacía, el 6 de
    agosto, a nueva República de Bolivia, que habría de
    asumir a los Yuracarés, inconsultamente, ésta vez
    dispersos por sus bosques, aunque con una nueva
    cosmovisión que se confundía con una propia y
    sabiéndose dueños de una resistencia
    pasiva.

    "Unos salvajes estúpidos, una
    gente que anda errante por estos bosques inmensos, sin leyes,
    sin culto, sin templo, sin sacrificios, sin Dios, sin saber de
    donde han venido, ni para que fin están en este mundo ni
    a donde han de ir a parar después de esta vida" (Boria
    1820).

    III. Panorama
    general: la situación actual del Pueblo Indígena
    Yuracaré

    1. El Pueblo Yuracaré y la
    República

    En el transcurso de los años 1780 hasta 1805 se
    habían creado 9 misiones sobre el territorio del Pueblo
    Yuracaré, su resistencia y huída al bosque
    había sido un aspecto una común denominador es esta
    etapa. Sin embargo, en los albores de la República (1818)
    hasta casi un siglo de su existencia (1922) se intentaron 3
    nuevas misiones.

    Debieron pasar muchos acontecimientos durante esta
    etapa, y será nuevamente, el nombre de un extranjero que
    figura en la historia Yuracaré, Alcides D’Orbigny,
    explorador francés que junto a nombres como Charles
    Darwin, Alexander
    von Humboldt y Charles Weiner se interesan por la geografía de
    América. El primero cruzó por los territorios de
    los indígenas de trópico, demostrando así la
    posibilidad de llegar al territorio de Moxos.

    Si bien hay muchas contradicciones respecto a la
    posición de D’orbigny, puesto que en determinado
    momento califica a los Yuracaré como "… orgulloso,
    insumiso, insociable, independiente, emprendedor, mentiroso,
    cruel, insensible, (…) el verdadero tipo salvaje librado
    así mismo (D’orbigny 1945), u en otro "El Americano
    no está privado de ninguna de las facultades de los otros
    pueblos; sólo le falta la oportunidad para desenvolverla.
    Cuando esas naciones sean libres, mostrarán mucha
    más facilidad en todo género de actividad
    intelectual, y si hoy algunas de ellas no son más que la
    sombra de lo que han sido, ello se debe solamente a su
    posición social actual" (D´orbigny 1944:
    117).

    Sin embargo su trabajo etnohistórico
    servirá para conocer lo que fueron los Yuracarés en
    esta importante ciclo, habiendo recomendado al Gobierno
    boliviano, que si se llegara a establecer un vínculo
    caminero comercial por su territorio, éstos (los
    Yuracarés) deberían ser trasladados a otros
    sectores, una posición similar asumida por los
    Franciscanos en el siglo precedente.

    Desde ya desde ese entonces, se desarrollaron diversas
    expediciones y búsqueda de rutas que puedan interconectar
    al recientemente creado Departamento del Beni (1842), con su
    similar Cochabamba.

    "En 1850, el Prefecto beniano, José Matías
    Carrasco, profundo conocedor de la zona, anotaba preocupado el
    despoblamiento, calculando que de los mil quinientos
    Yuracarés existentes en las postrimerías
    coloniales, restaban –bajo vigilancia oficial- apenas
    trescientos, divididos en "cuatro pequeñas
    rancherías". (Rodríguez 43).

    Cuatro años más tarde, en 1854, durante el
    gobierno de Manuel Isidoro Belzu, se autorizó la
    fundación de dos misiones franciscanas: San Juan Bautista
    del Coni y Chimoré. Al igual que los intentos anteriores
    la resistencia fue similar, "para ellos no hay mayor dicha que
    arco, flecha y mujer, y su
    bienaventuranza venidera que consiste en una grande abundancia de
    jabalíes, los aleja no poco de las verdades de nuestra
    religión,
    y más prefieren vivir en sus chacos que en el pueblo"
    (Crónica Guaraya 1917), "confesaba en diciembre de 1856
    Fray Rainiero Miqueluchi al R.P. Guardián del Convento de
    Tarata, Fray Gregorio Fraut" (Rodríguez 46).

    Y nunca pudieron conseguir a esta pequeña tribu
    a la vida religiosa y social, pues los mismos obstáculos
    que se presentaron ahora noventa años atrás, se
    ofrecen hoy como son. El retirarse al monte todas las veces que
    se les antoja (…) el de no querer atender el trabajo, sino a
    su estilo (…) el de no querer dedicarse a la
    producción de cacao, café,
    arroz y algodón, que con tanta abundancia
    produciría10

    A partir de ese momento, la historia del Trópico
    de Cochabamba se caracteriza por la permanente búsqueda de
    accesos y explotación de sus riquezas y la
    vinculación hacia Moxos o Santa Cruz de la Sierra, siendo
    la
    motivación prácticamente
    económica:

    "La ‘fiebre de la goma’ que sacudió
    a comienzos del siglo a los países amazónicos,
    también desplazó capitales, hombres de empresa de
    aventureros rumbo a las selvas bolivianas. Y con ellos
    llevó los elementos que entretejieron urdimbres de drama
    y de tragedia. (…)" (Valdez 1948)11

    Esta actividad entre Mojos y Cochabamba movió
    nuevamente la vista hacia la población Yuracaré,
    aunque la producción cauchera no era propia del
    territorio, pero si era importante la fuerza de trabajo en la
    siringa. "Solo las mujeres y niños
    están en casa, los hombres escaparon al bosque a nuestra
    llegada. Temían ser apresados por lo blancos para el
    servicio de
    remo" (Nordenskiöld 1922: 35).

    "Alrededor de 1930 un botánico alemán
    llamado Hans Richter entró a la zona del Chapare a
    realizar una investigación. El autor menciona que toda
    la región del Isiboro Sécure era completamente
    virgen, ya que para suerte de los Yuracarés ahí no
    existía el árbol de la goma, (…), [éste
    afirmó] eran el único grupo poblador de la zona y
    que, por la inexistencia de contacto permanente con los blancos,
    habían mantenido intacta su cultura, a diferencia de los
    que vivían en misiones o en zonas colonizadas (…)" (Paz
    48).

    "La goma o Hevea brasiliensis es un árbol cuya
    altura máxima oscila entre 30 y 40 m. siendo uno de los
    integrantes del estrato más alto de la selva húmeda
    amazónica en su fase de mayor desarrollo. Los ecosistemas
    tropicales húmedos maduros presentan, como es sabido, una
    extraordinaria variedad de especies: es común contar cerca
    de 300 especies de plantas por hectárea, de las cuales la
    mitad corresponde a especies arbóreas. En su
    hábitat natural, la densidad de Hevea es pues limitada, no
    suele encontrarse más de uno o dos especimenes maduros por
    hectárea. Si se practica una incisión en su trono
    se logra que fluya un líquido lechoso blanco, el
    látex, que puede coagularse mediante calor, con
    mucha paciencia. Se produce así el caucho natural, que se
    estabiliza mediante la adición de azufre" (MOPU 1990:
    79-80).

    Empero, hasta el año 1930, el Pueblo
    Yuracaré mantuvo su predominancia en el Trópico,
    pero posteriormente comenzaron los procesos de
    colonización de personas venidas de las alturas (collas) y
    trinitarios. "En el caso de los collas, a partir de 1940
    empezaron a migrar, una vez que la economía familiar
    campesina en los valles de Cochabamba entró en un proceso
    de pauperización y la densidad demográfica
    empezó a ejercer presión sobre el proceso de
    parcelación de la tierra" (Laserna 1987: 94).

    La Revolución
    de 1952, a su vez empujó a que los sectores campesinos
    puedan migrar a diferentes lugares del país, entre ellos
    el Trópico Cochabambino, llevando consigo una cultura
    propia, hacia zonas ecológicas completamente
    disímiles a su origen. Se trata de un proceso de
    colonización, ya no de ibéricos hacia "tierras
    indómitas", sino de pueblos originarios hacia otros
    similares en otros estadios geográficos.

    Esto a su vez implica un proceso de préstamo
    cultural, simbiosis y sincretismo con lo que ya habían
    adquirido, a su vez, del proceso de colonización anterior.
    Desde luego que el régimen de propiedad de la tierra,
    también influyó en ambas concepciones, por un lado
    quienes venían de las alturas traían consigo la
    idea de la propiedad familiar, frente a los Yuracarés que
    concebían un espacio mayor, sin propietarios, grande y de
    usufructo colectivo bajo el régimen de la
    recolección, caza, pesca y los cultivos que fueron
    introducidos en las misiones.

    En este proceso se intensificaron las posibilidades de
    intercambio, la cultura material Yuracaré pudo
    enriquecerse, sobre todo con enseres domésticos y
    vestimenta. Sarela Paz, al respecto menciona dos aspectos
    fundamentales respecto a la nueva realidad, respecto a las
    misiones e incursiones anteriores:

    1. Sus asentamientos [en referencia a los colonos]
      estaban completamente organizados y ocupados por el
      colono;
    2. Las fronteras de colonización estaban cada vez
      más cerca de sus zonas de cacería y
      refugio.

    Los testimonios que se recogen, con los
    Yuracarés, hoy en día viviendo ya en comunidades, y
    en estrecha relación con los colonizadores, que han
    invadido prácticamente todo el escenario
    geográfico, muestran entonces un proceso de
    enculturación mayor que aquellos intentos coloniales y
    republicanos, y son ahora los menos, demográficamente,
    respecto a los otros. En un proceso mutuo de intercambio y una
    pérdida paulatina y peligrosa de su cultura.

    Desde luego que el destino del Chapare, ha estado
    signado por los diversos cambios económicos del
    país, 1951 significó la caída de la
    explotación gomera, cuando Malasia arranca este mercado con
    plantaciones del árbol de la goma, logradas con las
    semillas amazónicas sacadas a "hurtadillas", el interés de
    Simón I. Patiño, uno de los barones del
    Estaño, quien propuso la construcción de un
    ferrocarril hasta las márgenes del río
    Chimoré, que contenía una proyección de
    colonización, centros fluviales, producción
    agrícola, forestal y mineralógica.

    El intento se inició con la fundación de
    Puerto Patiño, en el río Isiboro, sin embargo el
    proyecto, con una corta vida, ya en la década de los
    veinte terminó ante la falta de un apoyo gubernamental, y
    feneció definitivamente con la Revolución nacional
    de 1952, que implicó, justamente la Nacionalización
    de las minas (origen de la riqueza de Patiño) y la Reforma
    Agraria, que llevó a el empuje de grandes grupos
    campesinos hacia otros horizontes con el fin de diversificar la
    producción agrícola.

    Coincidentemente con el año de la
    revolución, llega a Bolivia la Misión Nuevas
    Tribus, haciendo viajes de
    reconocimiento por el Trópico, realizó un trabajo
    lingüístico, fundando en 1957 la Escuela de Nueva
    Vida.

    Esta organización responde a una nueva
    concepción misional, a partir de la iglesia
    protestante o denominadas también "sectas
    evangélicas fundamentalistas", que iniciaron su labor
    durante los siglos XVII y XVIII bajo "la idea de la bondad
    natural del ser humano, bondad innata que la sociedad se encarga
    de corromper. Esta idea, promovida especialmente por los
    enciclopedistas franceses y los deístas ingleses, era
    radicalmente contraria a lo que siempre el cristianismo
    había enseñado en cuanto a la condición
    humana. (…) Esa idea romántica del "salvaje feliz", que
    adquirió auge en Europa, parece que vuelve a levantar
    cabeza bajo la batuta de una de las vacas sagradas de nuestra
    época: la ecología de tinte
    secular. Según ella, el cristianismo sería
    culpable, en buena medida, del desastre que se cierne sobre el
    planeta por su enseñanza sobre el dominio y el
    señorío del hombre sobre la tierra. En cambio,
    otras cosmovisiones del mundo, como la animista, contemplan al
    hombre perfectamente integrado en un sistema natural y siendo una
    parte más del mismo" (Lewis 1998).

    Se harán, hasta el día de hoy una serie de
    denuncias hacia Nuevas Tribus en prácticamente toda
    Latinoamérica, por su incursión en territorios
    indígenas, en algunos casos, como el Pueblo Yuquí
    –cohabitante del Chapare junto con los Yuracarés-,
    por ejemplo, ha quedado prácticamente al abandono luego de
    una labor misional de varios años, y de cuya dependencia
    han vivido hasta hace poco.

    "Eso hay porque la gringa por ejemplo, ella ha sido la
    que ha comenzado, y ha empezado, y quien sabe también,
    que clase de cosas han hecho acá, con muchas
    ayuda.

    Más antes la escuela de Nueva Vida
    mantenía la gringa con todo, ahí no había
    que aportar con nada, ella con todo ayudaba. Los padres no
    ayudaban, la gringa aportaba con todo, ella mantenía
    todo, tenían la ayuda de Norteamérica, en cambio
    ahorita, ya no, los padres aportan 25 pesos, aportan
    según el estudio que van haciendo…

    Y eso ha sido lo que la gringa, lo que francamente, ha
    ido dando la gringa a la gente indígena, a ellos,
    ahorita hay harta gente…

    Yo soy católico… antes la gringa les daba con
    todo, medicamento. Mucho se dedicaban a la Biblia, a la palabra
    de Dios…"12

    "Desde 1970 hasta 1990 se producen una serie de
    transformaciones en la población Yuracaré, en un
    proceso continuo de reducción de su área de
    movilización y de vinculación con la sociedad mayor
    [sic]. La época de los setenta marcada por el auge de la
    renta de cueros de animales silvestres así como de
    aprovechamiento de la madera, que define una dinámica de
    relación de los Yuracaré con el mercado nacional.
    Lo Yuracaré se insertan en un proceso de
    modernización paulatino en una combinación de
    estrategias
    locales, culturales y de mercado. Asimismo, ingresan a la zona
    muchos de los comerciantes, actualmente establecidos en el
    río Chapare, que buscaban el intercambio de productos
    recorriendo muchos de los ríos de la región. Se
    produce así una relación de estrecha dependencia al
    mercado que llega hasta sus establecimientos. Situación
    que se reforzó en los años ochenta, con sus nuevas
    dinámicas en un nivel nacional que afectó su
    condición en la región, consolidándose
    entonces, un territorio reducido a la cuenca del río
    Chapare. Ya en la década de los noventa, se consolida en
    el país un proceso de demandas territoriales
    indígenas en áreas que tradicionalmente habitaban,
    defendiéndose una nueva dinámica para muchos de los
    pueblos indígenas del país" (CONIYURA 1998:
    70).

    "A Pesar de que los Yuracaré buscaron la
    consolidación de su territorio desde 1988, recién
    en agosto de 1996 se oficializa la presentación de su
    demanda territorial al gobierno nacional, a través, de un
    proceso de definición de la Ley de Tierras (…)
    sumándose a 16 demandas (…) de consolidación de
    las Tierras Comunitarias de Origen (TCO’s)" (CONIYURA 1998:
    71).

    Sin embargo, otro proceso económico
    influirá para estos cambios y se traduce en la
    economía de la hoja de coca, la producción de
    cocaína, y una presencia marcada de diversos actores,
    desde un ejército fuertemente consolidado, colonizadores y
    cocaleros, narcotraficantes, organizaciones de desarrollo
    nacionales e internacionales frente a nuevas reinvidicaciones
    sociales, que son, en última instancia motores para
    nuevos representantes en el ejercicio de la ciudadanía
    nacional.

    "Bueno, las TCO’s, como concepto las Tierras
    Comunitarias de Origen, significan mucho para los Pueblos
    Indígenas, es su hábitat donde realizan toda su
    actividad, en la caza, en la pesca, en la recolección de
    frutas, inclusive ahora estamos entrando al proceso de un
    desarrollo local, hacia una producción y el
    aprovechamiento forestal. Entonces, TCO, es para nosotros
    nuestra vida, nuestro futuro…"13

    2. Los Pueblos Indígenas y el Estado
    Republicano

    Las diversas concepciones de desarrollo han suscitado
    diversas formas de la
    administración del Estado, consolidando procesos
    históricos con variantes locales y regionales, en el caso
    particular de la problemática indígena en Bolivia,
    la "dialéctica de la negación del otro"
    (Calderón, Hopenhayn y Ottone 1993; Hopenhayn, 1998),
    muestran que aún no se han superado ideas propias de un
    colonialismo cultural, que permita alcanzar las condiciones
    óptimas de equidad, autodesarrollo, lógica,
    usos y costumbres, en el respeto pleno de
    la identidad.

    Estas concepciones, tal como se verá en el
    resumen posterior muestran justamente cambios en las
    políticas nacionales respecto a los Indígenas y
    Pueblos Originarios, éstos últimos correspondientes
    a la culturas aymara, quéchua y Uru Chipaya, que viven en
    las regiones altas, y los otros 32 habitantes de las tierras
    bajas.

    1. Legislación boliviana

    "Yo creo que si el indígena se menospreciaba,
    automarginaba, veo que es un tema que en el fondo de aquello
    existe algo, ese algo, de que los indígenas desde la
    óptica Caray, de que no sabían
    nada, y que alguna situación, y dijeron que los
    indígenas Yuracarés no saben ni siquiera donde
    están parados y palabras groseras que han utilizado en
    contra de los indígenas, que yo lo he vivido, que yo lo
    he palpado, escuchando lo que le decían a mi padre. Pero
    creo que en su momento ha cambiado y creo que ya estamos en un
    proceso de que si nuestra identidad es única, es que
    debemos valorarla (Saúl Chávez).

    Desde el pensamiento
    darwinista social, heredado del siglo XIX, basado en la
    superioridad blanca y el intento de "europeizar" a la sociedad
    latinoamericana, mediante mecanismos coercitivos o las leyes,
    Bolivia, como Estado, promulgó varias leyes, en
    relación a las "tribus" que habitaban su territorio,
    sesgando el occidente del oriente, en el primer caso a las
    comunidades campesinas principalmente aymaras y quechuas y en el
    segundo a las selvas tropicales, habitadas, justamente por las
    tribus.

    La consolidación del territorio boliviano -hasta
    el alcanzado actualmente- fue un proceso permanente de
    pérdidas con las repúblicas vecinas, hasta
    aproximadamente la mitad de su posesión original. Habiendo
    vivido, coyunturalmente, auges económicos diversos que van
    desde la minería,
    la goma, la quina, la producción -ilegal por cierto- de la
    cocaína y para principios del
    siglo XXI de reservas gasíferas
    considerables. Estas coyunturas, sin embargo, han significado el
    avasallamiento de los territorios de los pueblos indígenas
    y originarios, además de usufructo de su mano de obra,
    hasta niveles por demás inhumanos.

    En muchos casos, los fenómenos económicos
    venían acompañados de instrumentos legales que
    permitan la expansión intereses, en contra de éstos
    pueblos, la Ley de 27 de septiembre de 1831, del Presidente
    Andrés de Santa Cruz, por ejemplo, revive a las misiones
    religiosas como Mosetenes, Caupolicán, Guanay, en La Paz,
    Yuracarés en Cochabamba, Guarayos y la Cordillera en Santa
    Cruz y Potosí y Tarija.

    Haciendo una revisión de este instrumento legal,
    se puede deducir que el objetivo era "preparar a los
    bárbaros para la vida civilizada" a "tantos infieles
    existen en el territorio de la República"14
    Este proceso estaba, por lo demás bajo los criterios de la
    tutela del indígena hacia los padres conversores, es decir
    que perdía su calidad de ciudadano, habiéndose
    consolidado aún más, mediante la
    autorización de la Asamblea Constituyente, en el gobierno
    de Agustín Morales con la Ley del 10 de Septiembre de
    1871, que señalaba que los "indios neófitos" bajo
    tutela estaban prohibidos de su paso a estados vecinos,
    además anulando cualquier contrato por
    parte de éste sin la participación del
    misionero.

    A su vez, anula cualquier posibilidad de reconocimiento
    territorial indígena, adscribiéndolo a la
    misión. Mas adelante, en los primeros años del
    siglo XX, estas misiones pasan a depender del Ministerio de
    Colonias y Agricultura.

    "Arrancados ya aquellos seres desgraciados del
    deplorable estado de abyección, desnudez, miseria e
    ignorancia en que yacían en su primitivo estado de
    barbarie y colocados hoy en el rango de pueblos civilizados con
    la luces del evangelio y con el estímulo del trabajo y
    de la agricultura…"15

    Quizá uno de los gobiernos que más se
    involucró en el tema de la tierra y territorio, ha sido
    del nefando caudillo Gral. Mariano Melgarejo, quién
    reconstituyo al Estado tierras comunitarias, siendo adjudicadas a
    terceros, consolidando de esta manera Propiedades rurales, que
    tenían mayor valor en el mercado de acuerdo a la cantidad
    de "colonos indígenas y/o originarios" que las
    habitaran.

    Un Decreto Supremo de 1880, posterior a éste,
    estableció que todo individuo podía adjudicarse
    hasta cien hectáreas de terrenos fiscales o baldíos
    a razón de un boliviano por hectárea, influyendo
    desde luego a los territorios Yuracarés y otros,
    habiéndose realizado una oposición al mismo,
    aspecto que eximió a las misiones.

    Más adelante, mediante la Ley de Tierras del
    Estado, de 26 de octubre de 1905, se ampliarán estas
    ventajas hasta un máximo de 20.000 hectáreas,
    diferenciándose el precio a pagar
    por el tipo de explotación, desde 10 centavos para la
    agricultura y ganadería,
    y 1 boliviano, para aquellas posesiones que contengan
    árboles gomeros.

    Sin embargo, por vez primera se menciona que las tierras
    de los indígenas podrán ser adjudicadas previa
    autorización del legislativo.

    Más adelante, y luego de la revolución
    nacionalista de 1952, que movilizó a sectores mineros,
    fabriles y campesinos, y habiéndose formado una nueva
    burguesía y la promulgación de la Ley de Reforma
    Agraria del 3 de agosto de 1953, no se contemplo a los Pueblos
    indígenas, salvo uno de los artículos (129) que
    menciona: "los grupos selvícolas de los llanos tropicales
    y subtropicales, que se encuentran en estado salvaje y tienen una
    organización primitiva quedan bajo la protección
    del Estado".

    Esta ley había roto, prácticamente una
    tenencia de la tierra heredada de la colonia y sustentada por la
    repartición de Melgarejo, y su influencia se dio,
    básicamente en la región andina. Años mas
    tarde se promulgará la Ley de Colonización (30
    julio 1966), la misma que reconoce el respeto irrestricto de "las
    áreas de explotación colectiva e individual de los
    grupos étnicos marginales".

    La incoherente ley se mostró de manera palpable
    cuando los Pueblos Indígenas intentaron consolidar la
    propiedad de su territorio, puesto que debían cumplir los
    mismos requisitos que los colonizadores, ante el denominado
    Consejo Nacional de Reforma Agraria.

    Ya en el período dictatorial del Gral. Hugo
    Banzer Suárez, el Código
    Penal (23 agosto 1972), exime de pena a los enajenados mentales,
    intoxicados crónicos, el ebrio, el sordomudo y ciego sin
    instrucción y el "indio selvático", considerado
    éste último como aquel que no ha tenido contacto
    con la civilización, por demás está
    considerar en este sofisma el algo grado de etnocentrismo
    intrínseco.

    Casi 20 años más adelante, en plena vida
    institucional y democrática boliviana, se realizó
    un importante e histórico encuentro entre los Pueblos
    Originarios e Indígenas, de tierras y altas, de trato de
    la Marcha por el Territorio y la Dignidad, que fuera encabezada
    por los Pueblos Indígenas del Oriente y amazonía,
    pidiendo el reconocimiento de sus Territorios y el respeto a su
    Dignidad, muriendo allá la visión "agrarista" del
    espacio del Estado Boliviano.

    Al mismo tiempo, se consiguen tres Decretos Supremos que
    reconocen los territorios Indígenas, (i) para el Pueblo
    Sirionó 30.000 hectáreas en el Cantón San
    Javier, Provincia Cercado del Departamento del Beni; (ii) se
    reconoce y declara al Parque Nacional Isiboro
    –Sécure como territorio indígena
    Mojeño, Yuracaré y Chimán, y; (iii) se
    reconoce un territorio indígena para el Pueblo
    Chiman-Tsimane, con una superficie de 392.220 hectáreas,
    reconociéndose además un Territorio Indígena
    Multiétnico de 352.000 hectáreas para los pueblos
    Chimán, Mojeño, Yuracaré y
    Movima.

    De hecho esta movilización se constituye en la
    más importante para los Pueblos Indígenas de
    Bolivia, puesto que a partir de entonces se han suscitado una
    serie de cambios y como parte de las políticas de Estado,
    donde la justicia social deberá ser prioritaria, y los
    actores del desarrollo éstos conglomerados.

    "Ha sido una lucha, que se ha tenido para ser
    escuchados, incluso en la Constitución Política
    del Estado han un artículo que nos reconoce… pero a
    partir de la marcha que hubo de los Pueblos Indígenas,
    como una reivindicación por un reconocimiento ahora es
    diferente…"16

    Se podrán distinguir entonces, una serie de
    instrumentos jurídicos, promulgados y suscritos en bien de
    los Pueblos Indígenas:

    • Como marco del Derecho
      Internacional se tiene el Convenio 169 de la OIT de 1989, y
      el reconocimiento del mismo por parte del Estado boliviano
      según Ley Nº 1257 de 11 de julio de
      1991.
    • Artículo Primero de la Constitución
      Política del Estado (CPE) reconociendo el carácter
      multiétnico y pluricultural del país.
    • Artículo 171 de la CPE, reconociendo
      personalidad jurídica de las comunidades
      indígenas y el ejercicio de funciones de
      administración y aplicación de
      normas propias
      como solución alternativa de conflictos, sin contravenir
      la CPE y las leyes.
    • Convenio sobre la diversidad biológica de 10
      de julio de 1992 a nivel de las NN.UU., con reconocimiento del
      Estado boliviano mediante Ley Nº 1580 del 25 de julio de
      1994.
    • Ratificación del Convenio de 24 de julio de
      1992 de creación del Fondo para el Desarrollo de los
      Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe,
      mediante Ley Nº 1468 de febrero de 1993.
    • Ley de Medio Ambiente Nº 1333 del 27 de abril de
      1992.
    • Ley de Participación Popular Nº 1551 del
      20 de abril de 1994.
    • Reglamento de las Organizaciones Territoriales de
      Base estipuladas en la Ley de Participación Popular,
      D.S. Nº 23858 de septiembre de 1994.
    • Ley de Descentralización
      Administrativa.
    • Reglamentación Complementaria de las Leyes de
      Participación Popular y Descentralización
      Administrativa, con D.S. Nº 24447 de diciembre de
      1996.
    • Ley de Reforma Educativa Nº 1565 de julio de
      1994.
    • Ley Forestal Nº 1700 de julio de
      1996.
    • Conversión de Tierras Barraqueras al
      Régimen Forestal D.S. Nº 25532. Octubre de
      1999.
    • Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria Nº
      1715 de octubre de 1996.
    • Ley de Unidades Político Administrativas
      (UPA’s).
    • Reglamento de la LSNRA con D.S. Nº 24784 de
      julio de 1997.
    • Ley de Hidrocarburos Nº 1668 de abril de
      1996.
    • Código de Minería con Ley Nº 1777
      de marzo de 1997.
    • Reglamento de la Decisión 391 de
      Régimen Común de Acceso a los Recursos
      Genéticos con D.S. 24676 de junio de 1997.
    • Proyecto de Ley del Catastro Rural.
    • Proyecto de Ley de Aguas.
    • Proyecto de Ley de Conservación de la Biodiversidad biológica.
    • Proyecto de Ley de Ordenamiento
      Territorial.
    • Normas Técnicas
      sobre Planes de Ordenamiento Predial, Resolución
      Ministerial Nº 139/97 de junio de
      1997.17

    Pero el Pueblo Yuracaré ha dado pasos más
    sólidos en la consolidación de su presencia a nivel
    local y nacional, el año 1999, fue electo y posesionado el
    primer Concejal Indígena, ante el Municipio de
    Chimoré:

    "Creo que es largo y voy a tratar de sintetizar, el
    año 98 se creo la Coordinadora de Pueblos
    Indígenas del Trópico de Cochabamba, yo era muy
    joven, entusiasta por llevar la organización adelante,
    la organización y bueno y buscar algunas
    reivindicaciones de los pueblos Indígenas, eso ha sido
    motivo de que la gente en la organización haya ganado
    confianza, en mi persona, y
    aparece en los procesos electorales del 99, ha sido un poco
    difícil consensuar eso con otros dirigentes
    indígenas, estoy hablando con Ichilo el Chaparé y
    moralmente me han apoyado los compañeros del TIPNIS,
    hemos negociado con un partido político que es el MAS,
    que predomina en el trópico de Cochabamba y nos han
    aceptado la segunda concejalía, pero con motivos de
    relacionarse más con los colonizadores, por motivo de
    que haya llegado a la puerta como cuarto concejal. Nos hemos
    metido a la campaña, y la gente ha apoyado, tal vez no
    tanto al partido sino a la persona, de esa manera es que ahora
    soy Concejal". (Saúl Chávez).

    3. La Coordinadora de Pueblos Indígenas del
    Trópico de Cochabamba – CPITCO

    Entonces, nosotros vimos la gran necesidad de
    defendernos, nosotros, como PY, e hicimos una asamblea donde
    elegimos a un Cacique que por primera vez, fue elegido el Sr.
    Jerónimo Ballivián como Cacique principal, y en
    ese tiempo me han elegido como segundo Cacique, esto ha sido
    entre 1987 y hasta el año 1995.

    Había otro, este Yuracaré que en paz
    descanse, no se que pasó y lo han liquidado, y se
    quedó así porque no estábamos organizados,
    pero nosotros llevamos en nuestra mente y nuestro corazón
    que hemos perdido un hombre tan valioso como es Dn. Orlando
    (…)

    Desde 1987 hasta 1995, como ocho años, se vio
    la necesidad de reestructurar el Consejo Yuracaré, una
    asamblea me eligen a mí como Cacique principal, a partir
    del 95, hablamos de territorio, y el 96 nos convoca CIDOB, para
    marchar por la tierra de Santa Cruz a La Paz y nosotros
    participamos, puedo decir que gracias a esa marcha que pudimos
    ya demandar un memorial al excelentísimo Presidente de
    la República, entonces Gonzalo Sánchez de Lozada,
    y mire gracias a Dios se acepta la demanda y pudimos seguir el
    trámite hasta su consolidación.

    Ahora es una segunda etapa, el año 2000
    nuevamente hacemos la asamblea como todavía no esta
    titulado, y yo estaba seguro que iba a ser titulado, entonces
    el pueblo mismo me elige nuevamente, con la esperanza de
    recibir el título, entonces el año 2000 se otorga
    el título, en septiembre (Teobaldo
    Noé).

    Según el Plan de Desarrollo con Integridad,
    elaborado para el Pueblo Yuracaré, cuatro Consejos
    Indígenas, en febrero de 1997, formaron la Coordinadora de
    Pueblos y Comunidades Indígenas del Trópico de
    Cochabamba (CPITCO), que se constituyó en la máxima
    instancia de representación indígena del
    Trópico de Cochabamba. Estos consejos son:

    1. Consejo Indígena Yuracaré
      (CONIYURA)
      , formado por familias de origen Yuracaré
      asentados a lo largo del Río Chapare; agrupadas en 14
      comunidades.
    2. Consejo Indígena de Sur (CONISUR),
      formado por las etnias Yuracaré y Trinitaria; asentadas
      en el territorio del Territorio Indígena Parque Nacional
      Isiboro Sécure (TIPNIS), fundamentalmente a lo largo de
      los ríos Moleto e Ichoa. El número de comunidades
      de este Consejo todavía no esta definido por existir en
      el parque dos organizaciones indígenas, una que
      pertenece a la regional del Beni y otra a la de
      Cochabamba.
    3. Consejo Indígena del Río Ichilo
      (CIRI)
      , formado principalmente por la etnia Yuracaré
      asentadas a lo largo del Río Ichilo, en cinco
      comunidades indígenas.
    4. Consejo Indígena Yuquí (Consejo
      Yuqui)
      , formado mayoritariamente por la etnia Yuquí
      [sic] y se encuentran asentados en el Río Chapare, en
      una sola comunidad
      denominada Bía Recuaté (CINEP 1998).

    Ulteriormente se afiliaron a la CPITCO otras comunidades
    indígenas, cuya situación se traduce en una especie
    de sitio debido a la colonización. Estas comunidades
    forman tres nuevos Consejos Indígenas, que son:

    1. Consejo Indígena Yuracaré San
      Salvador (CIYSS)
      , con dos comunidades.
    2. Comunidad el Indígena Yuracaré
      Río Sacta (CIYRIS)
      .
    3. Consejo Originario Indígena Progreso
      (CIOYP)
      , con dos comunidades (1998)

    "Los fines y objetivos de la CPITCO, están
    orientados a defender los derechos e intereses de todos los
    pueblos y comunidades indígenas asentados en el
    Trópico cochabambino, además de poder crear una
    conciencia indígena tendiente a sensibilizar e interesar a
    la opinión
    pública, organismos de Cooperación
    Internacional y Gobierno sobre la importancia de la
    preservación de los territorios indígenas, no solo
    para el sustento cotidiano de sus habitantes sino para
    asegurarles un futuro digno con bienestar social a sus hijos"
    (CPITCO 2000: 18). Así mismo, la CPITCO, esta afiliada a
    la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia
    (CIDOB) la misma que está compuesta por ocho regionales en
    todo el país.

    Orgánicamente cada uno de los Consejos eligen,
    mediante la asamblea, a sus representantes, siendo el Cacique
    Mayor la autoridad
    máxima, además se cuenta con las secretarias:
    Tierra-Territorio, Recursos Naturales, Salud, Educación, y
    Organización.

    Finalmente, mediante una gran asamblea de los distintos
    Consejos se eligen a las autoridades de la organización
    regional CPITCO, que tiene representación y
    participación directa ante la CIDOB, u otras instancias
    públicas y privadas.

    "La estructura de
    la organización, de la CPITCO, está compuesta por
    el Presidente y Vicepresidente, y por las secretarías, de
    Tierra-Territorio, Recursos Naturales, SAMI (Secretaria de
    Asuntos de la Mujer
    Indígena), Educación, Salud y Organización"
    (2000: 26).

    La CPITCO, cuenta, además, con un órgano
    técnico, cuya labor es el apoyo organizacional en cuanto a
    planes, programas y proyectos en diferentes áreas,
    además del sustento profesional en lo que se refiere a
    relaciones con instituciones públicas y privadas, se trata
    del Programa de Desarrollo de los Pueblos Indígenas del
    Trópico de Cochabamba (PRODEPIC), este ente ha
    posibilitado, en poco tiempo, avances considerables, toda vez que
    la problemática indígena, es aún el
    traspatio para el Estado, respecto a otras. Esto se hace evidente
    en la gestión
    de la titulación de las Tierras Comunitarias de Origen,
    los Planes de Desarrollo Distrital Indígena
    (PDDI’s), el Plan de Manejo Forestal y el Programa de
    Capacitación.

    4. Las Tierras Comunitarias de Origen –
    TCO

    "Mire, de un principio el registro
    primordial era pues hacer la identificación del
    territorio, la georeferenciación y después
    teníamos que tramitar las Personalidades
    Jurídicas de las comunidades que están dentro de
    la demanda, y luego la del Consejo y con eso ya pudimos ya
    tener fuerza para poder exigir al gobierno, esas dos cosas han
    sido como sacar una muela que no está en su punto, nos
    ha costado harto porque como le digo, por primera vez en la
    historia de Bolivia pudimos tener una Ley, y dentro de esa Ley
    había mucho que hacer, y que gracias a Dios hemos
    logrado, con eso hemos logrado la titulación…"
    (Teobaldo Noé).

    La CPITCO, durante los últimos años ha
    realizado ante el Estado, los trámites correspondientes a
    la titulación de sus TCO’s, siendo la
    situación actual resumida en el cuadro
    siguiente:

    CUADRO 2: Extensión de los Territorios
    Indígenas en el Trópico de
    Cochabamba

    Partes: 1, 2, 3

    Consejo Indígena de
    Tierras Bajas o Amazonía
    (Cochabamba)

    Situación de
    Trámite de Titulación de
    TCO’s

    Cantidad de
    hectáreas

    Consejo Indígena
    Yuracaré

    TITULADO

    241.000

    Consejo Indígena Yuqui / CIRI

    Saneamiento

    127.000

    Consejo Indígena del
    Sur-TIPNIS

    Saneamiento

    250.000

    Consejo Indígena Yuracaré San
    Salvador

    Saneamiento

    1.700

    Consejo Indígena-Originario
    Yuracaré El Progreso

    Demanda en procedimiento

    276

    Consejo Indígena Yuracaré
    Río Sacta

    Demanda en procedimiento

    500

    Consejo Indígena Yuracaré
    Ivirgarzama

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